¿Qué sabes sobre un criadero profesional? A la hora de incorporar un cachorro a la familia, es fundamental informarse bien sobre su procedencia. Detrás de cada animal hay una historia y, sobre todo, una forma de crianza que marcará su salud, su comportamiento y su adaptación al entorno.

En este artículo te explicamos las principales diferencias entre un criadero profesional como el nuestro y otros tipos de crianza más comunes, como los criadores particulares o las llamadas “fábricas de cachorros”.

Legalidad y responsabilidad

Un criadero profesional cuenta con todas las licencias necesarias, está registrado y cumple con las normativas sanitarias y fiscales vigentes. Esto implica inspecciones periódicas, control veterinario y trazabilidad de cada cachorro.

Por el contrario, los criadores particulares o aficionados suelen operar desde el entorno doméstico, sin licencia ni control oficial. Aunque pueden tener buenas intenciones, no garantizan estándares de bienestar animal ni documentación legal. En el caso de las fábricas de cachorros, el objetivo suele ser puramente comercial, con una cría masiva y condiciones muy deficientes.

Instalaciones

Un criadero profesional dispone de espacios específicos adaptados a cada fase: áreas de gestación, parto, lactancia, socialización y descanso. Todo está diseñado para garantizar la higiene, seguridad y confort de los animales.

En otros tipos de crianza, los animales suelen convivir en patios o habitaciones sin separación ni control ambiental. En las granjas de cría intensiva, las instalaciones son industriales, con hacinamiento, falta de luz natural y escasa ventilación.

Salud, genética y bienestar

En un entorno profesional, los reproductores son seleccionados por criterios de salud, temperamento y genética. Se realizan pruebas para evitar enfermedades hereditarias y se controla el número de camadas por hembra. Los cachorros reciben atención veterinaria desde el nacimiento: vacunación, desparasitación, identificación por microchip y control de desarrollo.

En la crianza no profesional, estos aspectos suelen pasarse por alto. No se realizan pruebas, los controles veterinarios pueden ser mínimos y no hay seguimiento especializado. En las fábricas de cachorros, las condiciones de salud y bienestar son mínimas o nulas.

Socialización y comportamiento

Un criadero responsable no solo cría, también educa. Los cachorros se socializan desde sus primeras semanas: se acostumbran al contacto humano, a otros animales, a distintos ruidos y entornos. Esto reduce la probabilidad de problemas de conducta en el futuro.

En otros entornos, la falta de estímulos o la separación temprana de la madre puede generar inseguridad, ansiedad o conductas agresivas.

Documentación y garantías

Un criadero profesional entrega toda la documentación necesaria: cartilla sanitaria, certificado veterinario, contrato de compraventa, pedigrí si aplica, y garantía de salud. Esto ofrece seguridad tanto al cachorro como a su futura familia.

Los criadores particulares pueden entregar parte de la documentación, pero sin respaldo legal. En las crías masivas, a menudo los papeles son falsos, incompletos o inexistentes.

Acompañamiento

Una de las diferencias más importantes está en el trato humano. En un criadero profesional, el acompañamiento no termina con la entrega del cachorro. Se ofrece asesoramiento, seguimiento, resolución de dudas y compromiso a largo plazo.

En otros tipos de crianza, el contacto suele ser puntual y desaparece tras la entrega.

Por qué elegir un criadero profesional como Harrycan

En Harrycan trabajamos cada día para garantizar una crianza responsable, ética y especializada. Contamos con instalaciones diseñadas para el bienestar animal, un equipo profesional con experiencia en cría y adiestramiento, y un compromiso real con cada familia que confía en nosotros.

Elegir un criadero profesional no solo es una garantía de calidad. También es una forma de cuidar el futuro de tu mascota desde el primer día.